El nombre de los pagos de un pueblo no está ahí por cualquier cosa, tiene una razón de ser, responde a una característica, a una circunstancia física o histórica.
Abrimos aquí un recorrido curioso por los nombres de los pagos del término de nuestro pueblo que, evolucionando o adaptándose, han llegado a nosotros.
Cambian con el tiempo, por evolución de la palabra, por aparición de nuevos usos o hasta por equivocaciones en registros. Hoy en Fuente Olmedo llamamos los pistachos al pago que antes llamábamos los majuelos del camino de Olmedo, la cerviguera y, más atrás aún, las vinnias de la Reina Alta.Así se mueve la historia.
Abrimos aquí un recorrido curioso por los nombres de los pagos del término de nuestro pueblo que, evolucionando o adaptándose, han llegado a nosotros.
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Mediado el siglo XVIII Fernando VI trata de unificar la disparidad de tributos que hay en el reino y ordena poner en marcha la Única Contribución, a cuyo fin se realiza una profunda investigación sobre las propiedades, rentas, habitantes, ganados, edificios, oficios, etc, en los 15.000 lugares de la Corona de Castilla, tanto de instituciones como de particulares, eclesiásticos o laicos. La unificación fiscal no llegó a ponerse en marcha, pero el Catastro de Ensenada, como se conoce por el título del ministro de Hacienda que lo realizó, nos ha dejado un impresionante archivo sobre la vida del reino en esa época. En Fuente Olmedo las averiguaciones se efectúan en 1758 y se realizan separando su término del de Donibla, que lleva mas de cien años despoblado. Esta circunstancia hace que los nombres de los pagos se adjudiquen a uno u otro término, desdibujando mucho sus lindes. De la descripción de las fincas, de las que se refleja la extensión, los linderos, el pago en que se ubica y el término al que pertenece, sacamos los pagos de Fuente Olmedo y Donibla en ese momento histórico.
Fuente Olmedo: La Mangada, Los Navarros, La Portillana, Las Cardenchas, El Rodeo, La Cornada, El Bonete, Los Almendros, El Pozanco, Perroalto, El Hijar, La Regalada, El Cuberuelo, El Águila, Valderomán, Casares, La Romana, La Cabaña, Sancho Gil, Los Pradillos, Los Corrales, Los Perros, La Cirujana, La Torre, La Cristina, La Olma, El Tomillo de Oro, La Payana, El Alar, Los Sonrocines, El Calvario, Los Vendimiares y Mari Yagüe.
Donibla: La Dehesilla, Revilla los Arcos, La Reina, Matambres, El Pozuelo, La Zarzuela, La Mocha, El Carril, La Ventana, Los Solares, La Hoyadilla, Los Majuelos, La Poza, San Benito, La Olma, El Cubillo, Las Eras del Caño, El Cotanillo, Las Junquerillas, Las Madres de Arriba, El Hospital, La Cornada, Las Lanchas.
Hay pagos que se adjudican indistintamente a los dos términos, como La Lámpara, El Valle, Las Ligeras, El Hoyo, Valdeperillán, La Cerrajona, Las Casillas y La Cuesta de Revilla Aguda,
Mas que el nombre de un pago La Garganta era una tierra concreta que estaba en el esquinazo del término de Fuente Olmedo que linda con Villeguillo, por detrás del bodón de Valdeperillán. En 1952 los Olmedilla venden esta tierra de dos obradas y cinco estadales, “llamada la garganta, al pago del Rodeo”. En esa zona se juntan El Rodeo, (también nombrado como La Cornada) y El Valle, (que a veces se cita como cuesta de Revilla Aguda). Antes de la concentración parcelaria las tierras eran de muy pequeña extensión y contorno muy irregular y a muchas se las denominaba directamente por su forma imaginaria, como el Zapato, el Sobaco o esta de La Garganta. En la misma zona de la Garganta estaba La Ventana, a la que llamaban así porque dicen que desde ese emplazamiento se veían los patos de Valdeperillán «como desde una ventana», según nos cuenta Justo Aguado, quizá el ultimo labrador del pueblo. Y todo por la necesidad de determinar con precisión donde se encontraba el labrador o el pastor en caso de urgencia. No había móviles, claro. Ahora hay móviles e internet y gracias a eso podemos recoger estas historias, pero ya no hay patos en Valdeperillán y el bodón está colmatado. Vaya por Dios.
En el ir y venir de los nombres de los pagos quizá Casares sea el más antiguo de Fuente Olmedo. Casares es el testero plano que hay entre Valdemuñoz y la Fuente Vicente, en la raya de Fuente de Santa Cruz. Hacia el este y el norte y mirando a los bodones de Valdeperillán y la Laguna Alba, forma un fuerte vallado que es una defensa natural y permite vigilar un amplísimo espacio hacia Villeguillo, Llano de Olmedo y la ribera del Eresma, Aguasal y las cuestas de Ordoño. Quizá sea esta situación estratégica, bien defendida, con agua abundante y la cercanía de los bodones para caza y aprovisionamiento de sal, el origen de su nombre. Casar es una agrupación de casas o cabañas y en esta zona se señala un poblamiento del tránsito entre la Edad de Bronce y la del Hierro.
Se ha descubierto abundante cerámica de la época y restos de molinos barquiformes, lo que hace pensar en la preparación y elaboración de alimentos y en la permanencia de grupos humanos en la zona. Casar o casares son nombres comunes relativamente frecuentes en la geografía española.
El Casar en Salamanca, El Casar de Cáceres, (de donde es la reconocida torta de El Casar), el yacimiento de Los Casares, en Guadalajara, y hasta un barrio y una estación de metro de Getafe, son muestra de ello, entre otros muchos.
El Prado Redondo está en el camino de Fuente de Santa Cruz, en la raya que divide las provincias de Valladolid y Segovia y antes las jurisdicciones de Coca y Olmedo. En tiempos en que todos los prados de los lugares de Villa y Tierra eran pasto común de los ganados de la Comunidad, con libertad absoluta para entrar y salir en uno u otro término, con la única obligación de respetar la estacionalidad de las cosechas, el prado “redondo” estaba reservado para el ganado de labor de cada pueblo, por eso en algunos pueblos se le llama también «prado boyal». Se garantizaba así el pasto de los animales de labranza frente a la ganadería, normalmente lanar, muy abundante y extensiva. Este uso comunal de los pastos incluía a los rebaños trashumantes de la Mesta, auténtico poder en la sombra hasta su desaparición en el siglo XIX, por ser la lana la base de la economía de Castilla.
La Chancillería de Valladolid está llena de pleitos entre la Mesta y los concejos locales. Por ese carácter de propiedad exclusiva, cada año, el primer día que se “soltaban las mulas”, el yegüero de Fuente Olmedo llevaba a todos los animales del pueblo al Prado Redondo. A mediados del siglo XVIII, cuando se elabora el Catastro de Ensenada, el concejo de Fuente Olmedo tenía 69 obradas y media de prados: El Recuenco 5 obradas, las Cañizadas 7 obradas, el Prado Redondo 8 obradas, Valdemuñoz 4 obradas, Perroalto 3 obradas, la Mangada 12 obradas, detrás de la iglesia 1 obrada y 58 estadales, la Garrera 4 obradas, el Castillo 5 obradas, Viejoherrero 2 obradas y 169 estadales, Valderromán 6 obradas y 111 estadales, la Reina 5 obradas y el Hoyo 5 obradas y 100 estadales.
Parece claro que el pago de Las Calles, en Donibla, en la cruz que forman la calzada de Ciruelos y la carretera de Llano de Olmedo, debe su nombre a la forma alargada y estrecha de las parcelas anteriores a la Concentración Parcelaria que corresponderían con alguna de las calles del antiguo pueblo, una vez que quedó despoblado a finales del siglo XVII. No hay constancia documental, pero la transmisión oral, la ubicación y la configuración de las fincas en los planos previos a la concentración no dejan muchas dudas. Incluso la forma de los prados actuales, a izquierda y derecha de la calzada, parecen calles. Numerosos documentos aluden a las calles de Donibla, en cuyo entorno se cita durante muchos años el torrejón, los restos de la torre de la iglesia que sería lo último en desaparecer. Con nombre propio se cita únicamente la calle Real y las demás, como era lo habitual antes de llegar la moda de ponerles nombres particulares, se citan por su utilidad: la calle que va a las eras del caño, la calle entremedias de la torre, la calle de la cerca o la calle de los ejidos (las traseras). Lo de los nombres propios vino después y para entonces Donibla estaba ya en la memoria.
Es un pago que está en la divisoria con Aguasal, con toda seguridad procedente del término de Doñibla y que a menudo se solapa con San Benito. El Catastro actual, de hecho, denomina así a toda esa zona. El nombre viene por una viña que había en la zona a la que llamaban La Regalada. En el Libro de Aniversarios de la parroquia de Fuente Olmedo, asientos entre los años 1681 y 1700, se anota el 19 de marzo como día del aniversario del párroco que fue de Donibla, Alonso González. El párroco de Fuente Olmedo escribe en el Libro de Aniversarios, en el que lleva “los deberes”: “Día de San Joseph, se dice aniversario de misa cantada con vigilia, oblación y responso por el ánima de Alonso González, cura que fue de Donibla. Está fundado sobre una viña de cuatro aranzadas que oy es tierra y está a San Benito, que linda por hazia la questa de la Reina con viña que hoy es tierra, de Julio Casado, vecino de Donibla, y viña perdida de Andrés Sanz, vecino del (de Donibla) y por otra parte viña de Antonio Hernanz, vecino de Donibla, que es la viña que llaman La Regalada, y está en medio el camino que va desde San Benito a la Reyna”.
El obispado de Ávila había reconocido oficialmente la despoblación de Donibla diez años antes, (“el lugar de Donibla está despoblado y sin vecindad, como es nottorio, como tal está declarado por el Tribunal”), y adjudica las rentas y las obligaciones de su iglesia y curato a la parroquia de Fuente Olmedo y a su párroco. Entre las obligaciones el párroco hereda la de oficiar todos los aniversarios fundados en la parroquia de Donibla y también las rentas correspondientes.
El pago que ha llegado a nuestros días como Las Ligeras, en la carretera a Llano de Olmedo, pasada la calzada de Ciruelos, es una deformación por el uso de Guijeras, que es como como se refleja en documentos de Donibla, “las Guixeras de Donibla,” término al que pertenecía. En 1866, cuando se están subastando las fincas pertenecientes a la iglesia de Fuente Olmedo, dentro del proceso de la Desamortización, se cita el pago de las dos maneras, Ligeras y Guijeras. Una guijera sería una zona de guijo abundante, cantos pequeños, cascajo, cascajera. En las cuentas de la iglesia de Fuente Olmedo, en construcción, se recoge un cargo para pagar una “partida de piedra de guijo”. Guijo o guijarro, cantos, que en el término de Fuente Olmedo abundan y se han usado siempre como material en la cimentación de las casas.
En el término hay otro nombre que viene de la misma familia: el Hijar, que en alguna documentación se refleja como el Guijar de Gutiérrez. Si no se hubiera deformado con el uso hijar tiene también la acepción de nombrar heredero a alguien, prohijar, pero no parece que esta acepción sea muy normal para designar un pago de labranza. Lo más lógico sería el primer caso pues los pagos se definían habitualmente por alguna característica destacada, además nuestro pueblo de guijarros está sobrado y ahí está el pago de Los Cantos. Es un nombre muy común en esta región, en la que hay numerosos pueblos con ese apelativo: Guijuelo en Salamanca, El Guijo y Navalguijo en Ávila o Guijar en Segovia.
El prado de Perroalto o el pago de Perroalto, entre el camino de Fuente de Santa Cruz y el camino de Villeguillo, o sendero de la Payana, muy repetido en libros de historia y arqueología por el descubrimiento en 1973 de una tumba de la cultura del vaso campaniforme, la más completa de España.
El nombre ha llegado a la actualidad como Perroalto, pero en diversos documentos se cita la zona como Perro Harto, lo cual tendría sentido ya que, según han contado vecinos actuales, en la zona hubo un muladar en el que se tiraban los animales muertos, una afirmación confirmada por diversa documentación que cita “el vertedero de Perroharto”. En épocas de mucha ganadería casera y animales de labranza, como fue la agricultura hasta la segunda mitad del siglo XX, es fácil suponer que algún perro se diera un festín… y acabase harto. Por si acaso, digamos que esta es una interpretación muy libre y que otros posibles orígenes lógicos del nombre de este pago, como cerroalto, no aparecen en ninguna documentación.
El nombre de este pago, que se confunde con el de Los Cantos, cuyo significado nos transmite Justo Aguado Pérez, alude a las características del terreno, con abundantes cantos, canto rodado, que dificultaban la labor de arar y a menudo rompían la cama del arado, quebrantaban la cama. El arado, la pieza básica de la agricultura hasta la llegada de la mecanización, se llamaba, con justicia, arado romano porque atravesó la historia desde la época romana hasta mediado el siglo XX sin apenas modificaciones. La cama era la pieza curva, de madera, que unía el timón, por arriba, y la reja y la esteva, o mancera, por abajo. Sobre ella se concentraban la fuerza de tracción de la yunta y la resistencia del terreno. En Los Cantos y en Quebrantacamas, pagos prácticamente superpuestos y que en el nombre ya llevan su propia descripción, la cama del arado sufría y se quebraba. De ahí el nombre tan rotundo y redondo: Quebrantacamas. Tan bonito.
Vijorrero, como suena. Con todas las letras. El prado de Vijorrero o la cuesta de Vijorrero, camino de Fuente de Santa Cruz por el Castillo. Este término, que en su acepción actual dice bien poco o nada, se refleja históricamente de dos maneras en distintas escrituras y apeos. En una escritura de una tierra de la iglesia de Fuente Olmedo se dice que está situada al Viejo Herrero. En un apeo de las propiedades de la familia Troche, uno de los linajes de Olmedo, al deslindar una tierra la sitúa al Viejo Guerrero. Sin descontar que pueden ser errores de transcripción en momentos en que saber escribir no era muy común y que se escribía “al oído”, las dos acepciones, que se repiten varias veces, tienen su sentido. Viejo Guerrero porque Fuente Olmedo, integrado en la Comunidad de Villa y Tierra de Olmedo, está ubicado en lo que fue la extremadura castellana, región fronteriza con los musulmanes, escenario de frecuentes razzias y cabalgadas entre los siglos XI y XII. Y por debajo de Vijorrero está el prado del Castillo. La otra acepción, menos romántica, Viejo Herrero, podría relacionarse con la existencia continuada de fragua en Fuente Olmedo.
En 1745 se certificaba la venta de una fragua en este pueblo. Pero mucho más cerca, entre 1901 y 1905 está documentada la profesión de herrero de dos vecinos: Silvestre Pascual y Francisco López. La mayoría de nosotros hemos conocido la fragua del señor Joaquín Pascual, que estaba en la salida a Bocigas, junto al transformador de la luz, donde los quintos corrían las cintas.